Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial importantes arquitectos de toda Europa se dieron a la tarea de diseñar y trazar exquisitos jardines, espacios al aire libre que fueron cuidadosamente transformados con el fin de poder recuperar algo de lo que la guerra había arrebatado a la gente. En el año 1948 uno de esos jardines fue inaugurado en Málaga; ubicado justo al lado del edificio del Ayuntamiento y debajo de la Alcazaba se erigió un bellísimo jardín de inspiración hispanomusulmana diseñado por el arquitecto Guerrero Strachan.
Bautizado originalmente como el jardín de Pedro Luis Alonso en honor al primer alcalde de la posguerra, ahí solían encontrarse diversas variedades de árboles, en su mayoría, naranjos, mandarinas y cipreses. Sin embargo, después de las obras de remodelación que concluyeron en el año 2010, el jardín ha comenzado a ser más conocido entre la gente como la Rosaleda de Málaga. Este es un lugar en el que el corazón recibe como regalo un ungüento que entra por los ojos y, atravesando la nariz, eriza todo el cuerpo al contemplar la obra de los expertos rosalistas que desde mediados del siglo XIX comenzaron a experimentar el cruce entre diversas especies. Fue más adelante, en el siglo XX y gracias a la hibridación basada en las leyes de Mendel, que se inaugura una auténtica carrera por obtener nuevas variedades que fascinaron al público, lo que propició un importante mercado de rosas que sobrevive hasta nuestros días.
Desde diminutas rosas que cuelgan de arbustos llenos de delicadas flores hasta rosas de importante tamaño cuyos nombres hacen honor a miembros de la nobleza o a estrellas del cine como Liz Taylor, Audrey Hepburn o Ingrid Bergman, en la Rosaleda de Málaga se pueden apreciar setenta variedades y un total de 10,188 rosales. Cada variedad cuenta con carteles explicativos en los que se describen atributos como la intensidad del perfume, la resistencia, el origen y el nombre. Es una de las más importantes de España junto con la Rosaleda de Madrid que fue inaugurada en 1956, y la Rosaleda Dot i Camprubí, llamada así en honor al gran rosalista Pedro Dot e inaugurada en 1988. En Málaga podrás encontrar un jardín para visitar, oler y recordar aquello que en medio de la Segunda Guerra Mundial Saint-Exupéry escribió: “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos. […] Lo que hace importante a tu rosa es el tiempo que le has dedicado”.